En la noche y sin ti
en la luz de tus falacias.
Los días se volvieron grises y las noches llenas de insomnio,
mientras mi rostro se arrugaba del asombro.
Desperté a la oscuridad de la noche,
al frío eterno de la amargura,
al fracaso y al desanimo.
Desperté en tus brazos vacíos de amor.
Con el dolor de las heridas marchitas,
me sequé el rostro mojado por la angustia,
por el asombro, por el olvido, por tus falsedades.
Por eso he despertado, cuando nunca imaginé hacerlo.
La luz llegó a mis ojos y desperté.
Desperté y no quise levantar mi rostro...
Lo evité por mucho tiempo.
Evité por mucho tiempo creer en tus ojos.
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